Voluntarios
Pilar y Charo |
El
lunes editamos la entrada de Paqui y anunciamos esta de hoy que ha
escrito Pilar. Es un gran homenaje a todos los voluntarios y
voluntarias que han estado y están con nosotros siempre.
Experiencia
en Rivas de las actuaciones de éxito educativo
Como
voluntaria del Programa INCLUD-ED, que se viene desarrollando desde
hace unos años en el Municipio de Rivas, y en el cual estoy
participando de manera bastante activa dentro del colegio de mis
hijos (CEIP Mario Benedetti), me gustaría exponer, desde mi punto de
vista personal, la aportación tan sumamente enriquecedora de la que
creo que nos hemos beneficiado todos: los colegios, las familias, los
voluntarios que participan en las sesiones de grupos interactivos, el
profesorado, y, sobre todo y de manera muy especial, los niños y
niñas que forman parte de estas actuaciones.
Respecto
a los colegios y profesorado, mi valoración es muy positiva, puesto
que por un lado, los responsables de la educación de nuestros hijos
e hijas, nos permiten la entrada en su “mundo” de manera cercana,
haciéndonos sentir “como en casa” y dejándonos participar de su
trabajo sin ningún tipo de censuras. Esto conlleva el que exista un
mejor entendimiento entre padres y centro educativo y nos haga
valorar mucho más el trabajo que se lleva a cabo, pues lo vivimos en
primera persona.
Los
voluntarios pueden ser madres/padres de los alumnos, estudiantes de
magisterio, alumnos de otros cursos superiores o que han estudiado en
los colegios donde ejercen su voluntariado, hermanos mayores y, en
definitiva, cualquier persona interesada en la educación, o que
simplemente quiera saber cómo es realmente la educación de sus
hijos e hijas.
Los
familiares, tanto los que participamos en los grupos interactivos,
tertulias dialógicas, proyectos de investigación, biblioteca
tutorizada… como los que no lo hacemos, nos beneficiamos en el
nombre de nuestros hijos, a mi parecer, los grandes beneficiarios de
este sistema de aprendizaje.
Debemos
entender y comprender que todo este “engranaje” funciona gracias
a la labor de los profesores, que casi siempre tienen que poner más
horas de trabajo a su horario laboral. Este es uno de los aspectos
que se “ven” desde dentro. Ya no se trata de preparar simplemente
las clases, tienen que trabajar doblemente porque deben “visualizar”
la manera en que la información debe llegar a sus alumnos, para que
luego puedan asentar sus conocimientos dentro de los grupos de
trabajo, así como preparar toda la documentación necesaria para que
los voluntarios puedan trabajar sobre los contenidos. Lejos de lo que
pueda parecer, los profesores no tienen menos trabajo por tener más
ayuda externa, sino todo lo contrario: deben emplear muchísimas más
horas que, por supuesto, quitan a su tiempo libre.
Creo firmemente que la implantación de este nuevo método de trabajo mejora muchísimo el aprendizaje de los niños. En las sesiones de interactivos, por ejemplo, al trabajar con grupos reducidos, es como si tuvieran clases particulares, pues por cada cuatro o seis niños hay un adulto con ellos que les presta atención, se integra con ellos, les valora y les refuerza positivamente, porque al ser grupos pequeños se puede controlar más que todos participen y que nadie se quede atrás. Al principio puede costarnos un poco a los adultos, pero en pocas sesiones vamos conociéndolos y sabiendo de quién se puede sacar más, quién es más tímido, a cuál le cuesta más una materia concreta, etc. Ellos a su vez se sienten mucho más a gusto porque pueden participar más activamente y tienen al adulto ahí, para “demostrarle” todo lo que han aprendido y sobre todo, alguien que les escucha sin que nadie más les interrumpa. Al hacer cambios continuos (cada 15 o 20 minutos), no les da tiempo a cansarse con la actividad y muchas veces lo viven como un “reto”: “a ver qué grupo acaba antes”, puesto que tienen que estar todos de acuerdo para poder seguir con el trabajo.
Creo firmemente que la implantación de este nuevo método de trabajo mejora muchísimo el aprendizaje de los niños. En las sesiones de interactivos, por ejemplo, al trabajar con grupos reducidos, es como si tuvieran clases particulares, pues por cada cuatro o seis niños hay un adulto con ellos que les presta atención, se integra con ellos, les valora y les refuerza positivamente, porque al ser grupos pequeños se puede controlar más que todos participen y que nadie se quede atrás. Al principio puede costarnos un poco a los adultos, pero en pocas sesiones vamos conociéndolos y sabiendo de quién se puede sacar más, quién es más tímido, a cuál le cuesta más una materia concreta, etc. Ellos a su vez se sienten mucho más a gusto porque pueden participar más activamente y tienen al adulto ahí, para “demostrarle” todo lo que han aprendido y sobre todo, alguien que les escucha sin que nadie más les interrumpa. Al hacer cambios continuos (cada 15 o 20 minutos), no les da tiempo a cansarse con la actividad y muchas veces lo viven como un “reto”: “a ver qué grupo acaba antes”, puesto que tienen que estar todos de acuerdo para poder seguir con el trabajo.
En
todo este tiempo que estoy colaborando como voluntaria (este año de
manera mucho más activa al haber más grupos en el cole y muchos más
voluntarios) he podido comprobar cómo han avanzado notablemente los
niños, tanto en lectura, como escritura, cálculo, matemáticas…
Dentro de los mismos grupos en poco tiempo se va viendo el avance que
tienen a pasos “agigantados” y, sobre todo, te das cuenta de este
avance cuando tienes la oportunidad de rodearte de otros niños y
niñas de la misma edad pero que estudian en otros centros en los que
no se está trabajando con este programa.
Tal
vez la parte más interesante y valorable que creo se puede sacar
utilizando este modo de trabajo, es que aquellos niños y niñas que
tienen dificultades de aprendizaje por diversos motivos (algún tipo
de discapacidad, pocos recursos o atención en sus casas…), no se
van quedando atrás, cosa que desgraciadamente suele suceder, porque
por mucho interés que quieran poner, los profesores no pueden
atenderles como les gustaría al tener tantos niños en clase (aquí
tengo una clara experiencia al tener un hijo con grandes problemas de
atención e hiperactividad que se hubiera podido beneficiar muchísimo
de este sistema de trabajo, evitándole muchas veces frustraciones
innecesarias). A través de los grupos de trabajo, los mismos
compañeros “tiran” de aquél al que le cuesta más, e incluso al
haber más adultos en clase, siempre cabe la posibilidad de que algún
voluntario pueda dedicar más tiempo a ese niño o niña al estar
todos los demás atendidos.
Habrá
quien piense que este sistema está únicamente pensado para aquellos
niños y niñas con necesidades educativas. Puede que en parte sí,
porque de no ser por esta "metodología" podrían quedarse
atrás, perdiéndonos tal vez excelentes abogados, médicos..., por
no haber tenido la oportunidad de mostrar otras muchas cualidades...
Pero también la experiencia me ha demostrado que hay niños y niñas
muy listos e inteligentes y sin embargo carentes de empatía y
habilidades sociales, algo que al trabajar en grupo han sabido
desarrollar. ¿Qué pasaría si a un niño al que no se le da bien la
plástica o la música lo apartáramos sin darle más oportunidades?
Tal vez con un poco de paciencia conseguiríamos sacar adelante un
brillante arquitecto o director de orquesta. Porque cada niño tiene
su ritmo, su tiempo... Por otro lado, el niño que se siente más
confiado con una determinada materia, refuerza sus conocimientos al
explicárselo a otro que tiene más dificultades con esa asignatura y
ese otro, posiblemente, ayude al primero después en otras materias.
Como
conclusión final, desde mi punto de vista la puesta en marcha de
este método de trabajo es totalmente positiva, dando la posibilidad
de que los niños aprendan de una forma más rápida, haya más
compañerismo (donde todos son iguales y cada uno sobresale en un
aspecto diferente), aprendamos todos al mismo tiempo:
profesorado-voluntarios-niños (todos aprendemos de todos) y, sobre
todo, y lo más positivo y valorable, que aquellos niños y niñas a
los que les puede costar el seguimiento normal del colegio se vean
beneficiados de manera individual, lo cual nos enriquece y nos alegra
a los que trabajamos con ellos y a sus propias familias, que les ven
mucho más contentos y alegres, y con muchas ganas de aprender y
aprender cada día más.
Desde
este espacio que me han prestado en su blog los chicos y chicas de La
Buhardilla del Benedetti,
quiero animaros a que participéis de forma activa como voluntarios
si tenéis la más mínima posibilidad. Todos y cada uno de nosotros
somos válidos. No es cierto que “no todos los voluntarios valen”,
todos tenemos mucho que ofrecer, aunque solo sea el ejemplo de
generosidad, de solidaridad, de ofrecer parte de nuestro tiempo libre
por el bien de la educación, de esas cosas que perciben y aprenden
sin esfuerzo todos los niños con los que interactuamos, cosas que
ayudan a hacer un mundo mejor. Espero
y confío que más pronto que tarde, se acaben implicando una gran
mayoría de madres y padres de otras culturas ya integradas en el
colegio. Eso nos daría a todos una gran riqueza cultural, algo con
lo que los niños ya cuentan, pero nosotros, los adultos, no.
Y
ahora sí, gracias chic@s por enseñarme tanto... No solo de las
materias escolares, sino de la vida misma... Habéis contribuido en
gran medida a lo que soy ahora...
Y
gracias también a todos y cada uno de los voluntarios con los que he
estado a lo largo de estos seis años. Creo que todos nos hemos
beneficiado de esta experiencia... Gracias a Pablo, Marcos, Teresa,
Tani, Conchy, Marta, Agustín, María, Miriam, Lucía, Agustín M.,
Jesús, Charo, Irene, Ana, Darsie, Natalia, María A., Sol, Patricia,
Luisa, Esteban, Beatriz, Luis, Ana A., Angel, Jenny…
Redactora:
Pilar
Voluntarios del CEIP Mario Benedetti en 6º de primaria by Slidely Slideshow
Esta entrada la ha editado Bilal con Slidely.
Gracias por enseñarme tantas cosas.
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